GRACIAS TES

   El otro día, mi amigo Mateo Lafragua me mandó un mensaje vía WhatsApp que me pareció bastante emotivo por el contenido. 

   Lo escribía la enfermera Saray Gómez en su muro de Facebook y tras ponerme en contacto con ella lo he querido reproducir y divulgar en este blog. 

GRACIAS TES

   Cuándo acabé la carrera, no sabía lo que era un TES (Técnico en Emergencias Sanitarias).

Tan ignorante era que no conocía a mis ángeles de la guarda.

   Descubrí la extrahospitalaria gracias a mi prima Nay Gómez Pardo con la que comparto profesión y vocación y desde que me subí en una ambulancia no he vuelto a bajar de ella.

Pero llegó mi primera guardia, recién graduada y aquello era un mundo aparte.

Emisoras, tetras, siglas que no había oído en la vida, que si QTH, QSL, indicativos de ambulancias, estado 3, 4, 6, 7, 1, 2, 18, 20, 14, ferno y férulas que controlaba lo justo y un sin fin de novedades. Yo solo pensaba " Saray, dónde coño te has metido".

Y desde ese día y para siempre descubrí que no tengo solo un ángel de la guarda, sino que siempre llevo uno conmigo montado delante.

Para las enfermeras, en mitad del caos de la extrahospitalaria, los TES son nuestro salvavidas.

Ellos son los grandes olvidados por el sistema sanitario y la pieza fundamental para su engranaje. 

Ellos, apenas reconocidos y que pueden gestionar un accidente de tráfico antes de que muchas enfermeras y médicos pestañeen. 

Ellos, GPS con patas y con un don para calcular por donde entra la ambulancia. Mientras tú piensas "ni de coña" van ellos y pasan, claro que pasan. 

Ellos, con un conocimiento sanitario que a muchos asusta. 

Ellos, con los que discuto para ver quién carga más peso y siempre me hacen perder para que no sea yo quien lo cargue. 

Ellos, que son los MacGyver del mundo real, que lo mismo te hacen una inmovilización con una férula que con un palo y un crepé. 

Ellos, que entran delante de ti a los domicilios donde puede haber violencia para protegerte. 

Ellos, que se suben sin que digas nada a la cabina trasera y antes de que les pidas nada lo tienen en la mano. 

Compañeros de batalla que solo con mirarnos sabemos lo que estamos pensando, sin decir nada. 

Ellos, que me han visto llorar al volver de avisos que te hacen replantearte la vida. 

Ellos, que me hacen reír en esos viajes eternos de vuelta a base y con los que el silencio de ir a un "marrón" es de todo menos incómodo porque sabes que es concentración.

Ellos, que me abrazan cuando las cosas salen bien y cuando no. 

Ellos, y sus miradas protectoras a través del espejo retrovisor para ver que todo va bien ahí atrás y que no te sientas sola.

Ellos, que siempre están ahí, aunque no se les vea. Quiénes me recuerdan algún dato importante cuando hablo con el CMC susurrando para no hacerse notar.

Ellos, y sus manos que tranquilizan en los peores momentos al apoyarlas en mi espalda.

Gracias por ser mi voz y mis manos muchas veces. Gracias por ser mis ángeles.

Saray Gómez